Por otro lado, un mismo equipo puede, y debe, enunciar su «zona». Puede, eventualmente, existir un jugador que, por su personalidad y calidad, se destaque en el liderazgo, pero aun así el bloque debe funcionar, fundamentalmente, en función de referencias colectivas conocidas por todos los jugadores”. O sea, creemos que la cohesión del bloque defensivo pasa fundamentalmente por la adecuación de las respuestas individuales frente a la respuesta colectiva deseada y, en esta medida, más importante que el liderazgo de uno o más jugadores es la existencia de señales/indicadores (referencias colectivas) que, cuando están debidamente identificados, lleven a los jugadores a pensar en función de la misma intención al mismo tiempo y, con eso, el equipo actúe como un «todo» al defender. Pero, fundamentalmente, el bloque tiene que ser un comportamiento asumido por todos. Carvalhal añade que “son las situaciones del juego y la posición del balón las que definen la presión”, explicando que podemos definir innumerables «indicadores de presión» que, al ser transmitidos, nos digan cuál es el momento oportuno para intensificar la presión, para conseguir el balón.
Por otro lado, consideramos que cualquier adaptación al equipo adversario debe siempre suceder en función del juego que queremos (no se trata aquí de que nos autocondicionemos al equipo adversario, sino lo contrario – crear condiciones aún más favorables al «jugar en acción»), es decir, creemos que cuando Mourinho adapta estructuralmente su equipo al sistema adversario, lo hace fundamentalmente con el objetivo de conseguir más fácilmente inducir adaptaciones en la estructura y en el juego adversario. Este conjunto de preocupaciones, que no son más que atender al lado estratégico, sólo deben surgir cuando el equipo ya presenta como regularidade de su juego el «patrón defensivo colectivo» sistematizado y trabajado (cuando ya sabe «defender en zona»). Sólo tras haber conseguido el «patrón zonal» debemos comenzar a enunciar, siempre de forma gradual y sin comprometer lo esencial – los grandes principios relativos a esta forma de organización defensiva. Considera, por eso, que hay jugadores fundamentales en la dinámica defensiva. Garganta va aún más lejos en lo que se refiere a esta cuestión: “Lo que permite a un equipo estar equilibrado cuando está atacando tiene que ver, no sólo con la disposición de los jugadores en el terreno, sino sobretodo con las posibilidades que existen de conexión entre esos jugadores en el sentido de acortar distancias entre sí, de disminuir las distancias entre líneas (transversales y longitudinales) y, con eso, crear y transferir zonas de presión junto al balón.
Cuando no tenemos el balón, tenemos que tener la capacidad de leer el sistema del adversario y de adaptar nuestra presión al posicionamiento del adversario. Mi equipo no cambia de sistema teniendo el balón, nosotros, con el balón, definimos previamente cómo vamos a jugar y así jugamos, sin preocuparnos del sistema del adversario. No hay necesidad de «encajar» en el sistema adversario como acontece con quien piensa el pressing «hombre a hombre», pero sí la ocupación de los espacios con una intención colectiva. Si, en el primer caso, el «patrón» es algo semejante a un «juego de pares», en el segundo, camisetas de futbol baratas se evidencia la intención de «cerrar espacios como equipo». El marcaje «encima» a un jugador que sea desequilibrante es como jugar al gato y al ratón”. En nuestra opinión, estas diferencias de las que Mourinho habla están íntimamente relacionadas con el equilibrio ofensivo perspectivado atendiendo a cómo se quiere que sea la transición defensa-ataque. Por su parte, Mourinho dice que el liderazgo, dentro del proceso defensivo, tiene que ver fundamentalmente “con la basculación, con la zona y con la capacidad que algunos jugadores tienen, por su posición de campo o por su capacidad de análisis del juego, para orientar las acciones colectivas”.
Por lo expuesto, pensamos que ésta tiene también que ser una cuestión colectiva, aunque puedan existir jugadores que, por la posición que ocupan y/o por la cultura táctica que poseen, sean importantes a este nivel. Todos los jugadores tienen que saber interpretar el modelo y dar las debidas respuestas a las diversas situaciones, según la posición del balón, el espacio que tiene que defender y los adversarios”. Por ejemplo, imagínese que voy a jugar contra el Benfica, equipo que normalmente juega con un 4-3-3, pero que, en ese partido, va a jugar con tres centrales. Por lo tanto, ese problema no se da. Por lo tanto, nos parece apropiado afirmar que no existem dos «zonas» iguales también porque no existen dos organizaciones ofensivas iguales. Por lo tanto, nosotros, que habíamos jugado cincuenta y cinco minutos contra una defensa de cuatro hombres, a partir de allí pasaríamos a jugar contra una defensa de tres hombres.
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”. Así, se puede decir que “toda la dinámica de la ejecución técnico-táctica individual y colectiva que la lógica del propio juego encierra en sí misma, son localizadas y canalizadas por este elemento estructural” (Castelo, 1994). Por otro lado, la resolución eficaz de cualquier situación del juego es consecuencia de dos parámetros fundamentales: la rapidez con la que se encuentra la solución para el problema y su adecuación a esa misma situación (Mahlo, 1966, cit. Pese a eso, esa capacidad individual no se agota en la «técnica», porque la «técnica» no existe en el vacío, esto es, cualquier ejecución técnica tiene subyacente una intención táctica (que es coordinadora). Hacemos aquí un pequeño paréntesis para discutir la validez de algunos detalles que nos parecen «por mayores», aunque, ante la complejidad de las temáticas en cuestión, no sea nuestra pretensión agotar aquí las mismas, dado que, con eso, 
Esto indica que cuanto mayor sea el control que el jugador tiene de las evaluaciones negativas que se hacen de su rendimiento (un control más racional, en vez de emocional, por ejemplo), tenderá a perder menos balones que tenga en su control. «marcando individualmente» a cada uno de los once adversarios, aunque esto no significa que la mayoría de los equipos «defienda en zona». Como once jugadores nunca podrán cubrir todo el terreno, hay siempre que buscar opciones. Evidentemente que si el atacante va para una zona completamente diferente no va a haber ese acompañamiento, mas, en ese espacio, él queda libre. Y, al haber ese acompañamiento, lo que acontece, muchas veces, es que el atacante lleva al defensor para donde quiere. Ahora, el problema es que, en el espacio que entrega al lateral “a priori”, éste abandona ese espacio para acompañar a su oponente directo por todo el campo. Aunque los jugadores no marquen o persigan siempre al mismo adversario, tienen como gran preocupación el marcaje y el anular a su oponente directo.
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