Es necesario salvaguardar, que un jugador, por su calidad táctico-técnica y creatividad, pueda «encontrar» tiempo «en otros» espacios que no sean sólo el físico, en la medida en que el Espacio no tiene sólo área, sino también volumen. Cualquiera que sea la situación, cada jugador, inmediatamente después de la pérdida de la bola, tiene que perseguir al adversario del cual es responsable. Antes de terminar, nos gustaría señalar que, en cuanto a nosotros, Queiroz, al referirse al “factor técnico individual del jugador”, se quiere referir a la capacidad individual de cada jugador. Sabemos que, para muchos, esta forma de defender referenciada por nosotros es entendida como «defender en zona» (eso fue bien visible en el punto anterior), mientras tanto, si atendemos a las dimensiones del terreno de juego (mismo considerando apenas el medio campo defensivo), constatamos que el radio de acción de cada jugador corresponde a una cantidad de espacio considerable, espacio ese que acaba por ser sistemáticamente descuidado en virtud de la gran preocupación que el adversario directo representa. Entonces la definición de “defensa en zona con marcaje en zona” parece aproximarse a lo que juzgamos la definición más correcta de «defensa en zona». Aún en 2002, Bangsbo y Peitersen consideran dos formas distintas de “marcaje en zona”: “cobertura en zona con marcaje al jugador” (o “defensa en zona con marcaje al hombre”) y “cobertura en zona con marcaje en zona” (o “defensa en zona con marcaje en zona”).
Como hemos señalado, nos parece difícil conseguir un bloque compacto para defender, si la atención de los defensas se centrase en sus adversarios directos, como sucede en la “defensa en zona con el marcaje al hombre” de Bangsbo y Peitersen. Para nosotros, una situación en la cual los jugadores procuran mantener sus posiciones en la estructura (sistema), pero donde tienen como gran referencia defensiva a sus adversarios directos, no deja de traducirse en un «juego de pares» donde impera la «ley del uno contra uno». El objetivo es cubrir estrechamente a los jugadores contrarios que se encuentran próximos al balón, en el sector defensivo del terreno de juego (Bangsbo & Peitersen, 2002). En la “defensa en zona con marcaje en zona”, cada jugador es el responsable de una determinada zona sobre el terreno de juego, moviéndose siempre en función de sus compañeros más próximos y de la posición de la pelota.
La creación de superioridad numérica en las zonas circundantes al centro del juego, o en las zonas para donde la pelota es enviada, es esta así “una condición que contribuye a la resolución técnicotáctica de las situaciones momentáneas del juego” (Castelo, 1994). Sin embargo, nos equivocaríamos profundamente si la tomásemos sólo por una condición por sí imprescindible, en la medida en que “su importancia depende de las circunstancias concomitantes, o sea, en el contexto de un cierto espacio y en un cierto tiempo de juego” (Castelo, 1994). Tal como refiere Queiroz (2003b), “el número de jugadores en cada acción es un elemento, mas también hay que tener en cuenta los elementos como el espacio y el tiempo”. Así, por la imposibilidad de conseguir “una preponderancia absoluta, nos resta intentar asegurar la posibilidad de una preponderancia relativa en las situaciones decisivas, gracias a una juiciosa y sistemática utilización de los jugadores”. Para estos autores, el punto fuerte del «marcaje en zona» es que la colocación de la defensa debe representar “un bloque compacto a través de la interacción de la cobertura realizada en cada una de las zonas”. El jugador que «trabaja en zona» debe estar permanentemente concentrado en la pelota, en la medida en que tiene como referencia no un adversario, sino el espacio.
No sólo disponemos de camisetas de fútbol, sino también de pantalones cortos, medias, equipos de entrenamiento y accesorios de clubes y selecciones nacionales de todo el mundo. Esta «actitud»/«postura» de Ricardo Carvalho es la expresión de una cultura comportamental adquirida con el entrenamiento con la idea de juego que Mourinho concibió y consiguió ejecutar. La idea es que, durante el trabajo defensivo, los jugadores parezcan unidos al centro del campo de juego por una cinta elástica. De hecho, esta idea es confirmada por autores como Bauer (1994), López Ramos (1995), Castelo (1996), Pereni y Di Cesare (1998), Caneda Pérez (1999), Pacheco (2001) y Valdano (2002). Diversas son también las definiciones utilizadas para describir esta forma de defender. Tal como refería Caneda Pérez, su atención se centra en el juego. Para nosotros, la superioridad posicional y temporal y la atención sobre el juego que esta forma de organización defensiva presupone, nos permiten «jugar» de forma más eficiente con la anticipación. De este modo, el número 16 que vistió el de Sant Boi se une al resto de dígitos homenajeados: Wilt Chamberlain (número 13), Magic Johnson (número 32), Kareem Abdul-Jabbar (número 33) y Shaquille O’Neal (número 34), entre otros. Como todos sabemos, el número de jugadores en el campo está, de partida, perfectamente reglamentado por las leyes del juego.
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