Lo que en un inicio conectó bien con un perfil similar pero con mando de seleccionador, Luis Enrique, en una primera etapa del técnico asturiano en la que dedicaba piropos continuos a su capitán, acabó provocando un final inesperado de Sergio Ramos en la selección española. El capitán fue baja al siguiente compromiso y ante Kosovo, en el que nadie imaginaba se fuese a convertir en su última internacionalidad, entró al campo en el minuto 86. Lejos de un reconocimiento para sumar un partido más de Luis Enrique, como se interpretó, micamiseta fue un castigo en la escenificación del fin de una relación que se acababa de romper.