En julio de 1913 el termómetro llegó a marcar más de 56º centígrados. Una nimiedad si tenemos en cuenta que al sol y a ras del suelo se han llegado a contabilizar 88ºC. Ese día el termómetro oscilaba entre los 48 y 49 grados. Perdí la cuenta de las botellas de agua que me bebí pero debieron ser algo más de 6 litros.